Un enredo de esos
Un verdadero aluvión de mensajes llegó a mi correo a raíz de la carta de Rodrigo Rojas, director de la escuela de Literatura de la UDP, publicada por El Mercurio.com el 11 de febrero. Ésta, titulada "Mapuche", confundió con su ironía a los lectores, trastocando absolutamente la idea que tuvo en principio su autor. Publicamos la carta y su aclaración.
El Mercurio.com Lunes 11 de Febrero de 2008
Cartas
Mapuche
Señor Director:
Gracias al señor Villalobos me entero de que los mapuche no existen; perdón me expresé en mapuzungun, quise decir los araucanos. ¿En qué minuto sucedió? Seguramente fue por su capacidad de adaptación, tanto que les gustó el caballo, el hierro y ahora la internet y el Partido Separatista Vasco. Todas éstas son señales de que ha desaparecido su cultura. Por supuesto, sólo la nuestra, la cultura dominante, ese vástago casi occidental, tiene el privilegio de imitar al mundo industrializado y de cambiar para adaptarse sin perder su identidad. Lo sospechaba, pero no me atrevía a decirlo. Ahora que lo afirma alguien que goza de la autoridad conferida por los cartapacios de la educación formal, lo puedo repetir: el mapuche no existe.
Los libros publicados en esa lengua (en ediciones bilingües) son nada más que una moda étnica de autores como Leonel Lienlaf, Elicura Chihuailaf, Jaime Huenún, Jacqueline Canihuán, Adriana Paredes Pinda, entre muchos. Un albañil de Cerro Navia, David Añiñir, un día se levantó por la mañana y decidió convencer a sus padres, emigrados de reservaciones indígenas, de que él era mapuche. También fingió frente a sus vecinos que era un peñi, y ellos también venían fingiendo hace dos o tres generaciones, desde que instalaron su campamento en la periferia de Santiago-waria. Qué descaro, a ese albañil se le ocurrió escribir poemas con palabras mapuches incrustadas y al mismo tiempo declararse punk (¡un mapunky, imagínense!). Su libro Mapurbe también debe ser un capricho, y gracias a las tranquilizadoras palabras del señor Villalobos sabemos que habla de algo que no existe.
Rodrigo Rojas
Director Escuela de Literatura, UDP
Cartas
Mapuche
Señor Director:
Gracias al señor Villalobos me entero de que los mapuche no existen; perdón me expresé en mapuzungun, quise decir los araucanos. ¿En qué minuto sucedió? Seguramente fue por su capacidad de adaptación, tanto que les gustó el caballo, el hierro y ahora la internet y el Partido Separatista Vasco. Todas éstas son señales de que ha desaparecido su cultura. Por supuesto, sólo la nuestra, la cultura dominante, ese vástago casi occidental, tiene el privilegio de imitar al mundo industrializado y de cambiar para adaptarse sin perder su identidad. Lo sospechaba, pero no me atrevía a decirlo. Ahora que lo afirma alguien que goza de la autoridad conferida por los cartapacios de la educación formal, lo puedo repetir: el mapuche no existe.
Los libros publicados en esa lengua (en ediciones bilingües) son nada más que una moda étnica de autores como Leonel Lienlaf, Elicura Chihuailaf, Jaime Huenún, Jacqueline Canihuán, Adriana Paredes Pinda, entre muchos. Un albañil de Cerro Navia, David Añiñir, un día se levantó por la mañana y decidió convencer a sus padres, emigrados de reservaciones indígenas, de que él era mapuche. También fingió frente a sus vecinos que era un peñi, y ellos también venían fingiendo hace dos o tres generaciones, desde que instalaron su campamento en la periferia de Santiago-waria. Qué descaro, a ese albañil se le ocurrió escribir poemas con palabras mapuches incrustadas y al mismo tiempo declararse punk (¡un mapunky, imagínense!). Su libro Mapurbe también debe ser un capricho, y gracias a las tranquilizadoras palabras del señor Villalobos sabemos que habla de algo que no existe.
Rodrigo Rojas
Director Escuela de Literatura, UDP
Espero aclarar el enredo.
La nota siguiente corresponde a una carta enviada al blog donde escribe el poeta David Añiñir, autor con quien ya he hablado por teléfono y con quien hemos aclarado todas las dudas acerca de mi posición acerca de la (las) causa (s) de lucha mapuche.
El doble filo de la ironía.
He seguido de cerca la polémica surgida a raíz de la columna de opinión publicada en en El Mercurio por Sergio Villalobos a principios de febrero, entre otras cosas señala que producto del mestizaje ya no sería posible afirmar que existen mapuches. La verdad es que esta aseveración me indignó, puesto que la considero etnocentrista y que reduce a lo mapuche a una esencia inmutable (definida desde la academia, enclaustrada en un concepto de raza pura, cromozomático y no cultural ) y que cuyo destino es eliminar una identidad, puesto que la congela en el tiempo y todo cambio u adaptación sería una prueba de su desaparición. Soy un lector atento de un conjunto de poetas mapuche de gran nivel y cada uno de ellos (y de ellas también) escribe desde distintas experiencias culturales y niveles de dominio del mapudungun.
Uno de ellos, quizás uno de los autores de mayor potencia expresiva, es el poeta David Añiñir, autor del libro "Mapurbe". Después de leer la columna aludida, escribí una carta bastante irónica, en la cual me burlaba de la posición del Sr Villalobos que de un plumazo declara que no existe el pueblo araucano (ni si quiera autoriza la palabra mapuche). En la carta destaqué entre los autores al poeta Añiñir, como un mapunky, que es tanto una poética como un tipo de mestizaje que el mismo acuñó y que a mi juicio, no es menos mapuche que sus peñi de antaño, sin embargo a mi no me compete, a nadie en realidad, juzgar quien es más o menos mapuche. En mi carta quise entregar una breve lista de autores que demuestran que lo mapuche, en términos literarios, históricos y sociales, es mucho más complejo de lo que quiere ver la historia oficial.
Lamentablemente la carta nunca fue publicada en El Mercurio impreso, por lo que debo asumir que Villalobos no la leyó y, para doble ironía, el propio lenguaje irónico de mi carta fue mal interpretado por David Añiñir. Asumo parte del error, cuando se quiere defender una posición es mejor usar un lenguaje frontal, que no se preste a equivocaciones. Las lecturas literales que se han dado a mi carta me preocupan, especialmente porque se trata de un tema que llevo estudiando por varios años y me ubican en contra de la causa (las causas)de una nación con la cual me siento particularmente comprometido. Escribo entonces esta segunda carta como una forma de explicitar mi posición y poder discutir sobre argumentos e ideas que de verdad se me pueden imputar.
Rodrigo Rojas
Director Escuela de Literatura UDP
Uno de ellos, quizás uno de los autores de mayor potencia expresiva, es el poeta David Añiñir, autor del libro "Mapurbe". Después de leer la columna aludida, escribí una carta bastante irónica, en la cual me burlaba de la posición del Sr Villalobos que de un plumazo declara que no existe el pueblo araucano (ni si quiera autoriza la palabra mapuche). En la carta destaqué entre los autores al poeta Añiñir, como un mapunky, que es tanto una poética como un tipo de mestizaje que el mismo acuñó y que a mi juicio, no es menos mapuche que sus peñi de antaño, sin embargo a mi no me compete, a nadie en realidad, juzgar quien es más o menos mapuche. En mi carta quise entregar una breve lista de autores que demuestran que lo mapuche, en términos literarios, históricos y sociales, es mucho más complejo de lo que quiere ver la historia oficial.
Lamentablemente la carta nunca fue publicada en El Mercurio impreso, por lo que debo asumir que Villalobos no la leyó y, para doble ironía, el propio lenguaje irónico de mi carta fue mal interpretado por David Añiñir. Asumo parte del error, cuando se quiere defender una posición es mejor usar un lenguaje frontal, que no se preste a equivocaciones. Las lecturas literales que se han dado a mi carta me preocupan, especialmente porque se trata de un tema que llevo estudiando por varios años y me ubican en contra de la causa (las causas)de una nación con la cual me siento particularmente comprometido. Escribo entonces esta segunda carta como una forma de explicitar mi posición y poder discutir sobre argumentos e ideas que de verdad se me pueden imputar.
Rodrigo Rojas
Director Escuela de Literatura UDP
5 Comments:
Son extraños estos debates, estas tensiones. Por un lado pareciera que quienes trabajan con las palabras no leen bien (según deduzco de uno de los correos masivos que recibí), por otro lado da la sensación de que se activan las voluntades de opinar cuando el tema es "gremial" y, por último, son escasísimos los escritores chilenos que, en la actualidad, tienen ojos para mirar más allá de la ventana, más allá de su barrio, más allá del universo de citas, y encontrar las historias que la de Miguelito, que se comenta acá mismo. Es el triunfo de la actitud onfálica, como decía el bueno de Jorge Díaz.
el señor villalobos es una vaquita sagrada con exceso megalónomo, y lo lamentable es que varios terneritos le creen.
que lástima que la carta que fue respuesta irónica a la culumna de Villalobos no se comprendiera absolutamente, en todo caso no es primera vez que pasa este tipo de situaciones.
Saludos
El señor Villalobos fue un gran historiador, hasta el año 1992, momento en el que recibió el Premio Nacional, y el rigor de sus investigaciones decayó de manera tremenda, sumiéndolo en declaraciones supinas que suman y siguen... sus actuales escritos son un delirio post-mortem intelectual...
un abrazo,
Luis...
Después de vivir un año y medio en Tirúa hasta sólo un par de meses, después de comer coque y catutos a destajo, después de bailar en innumerables purrunes, de tocar ñolquinñ, de cosechar dagüe, de recolectar coyov (o coyoi), le verdad es que puedo decir con más que absoluta certeza que el señor Villalobos no tiene idea, y a mí no me da deseo alguno de querer aprender nada de él, ni siquiera de traducir coque, o catuto, o purrun.
La memoria de los hombres es distinta a la de la tierra, y la causa mapuche existe y continuará hasta que la luna se quede quieta. La causa mapuche es un llamado de hijos, es una lucha con ternura.
Marcelo Munch
poetasendemocracia.blogspot.com
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