16 enero 2012

El lado musical de Carlos Labbé


"No soy un músico, ni nunca lo seré. No puedo hacer que esto suene limpio, ni lindo, ni bien. Cuando toco, a veces los tiempos se me pierden, me equivoco en los arreglos o me salen gallitos. Yo dejo que esos errores fluyan. Lo hago deliberadamente. Es como la escritura, y mi proyecto literario es parecido a lo musical".

Conocido por su novela "Pentagonal: incluidos tú y yo", publicada en España en 2001, y otras más recientes como "Navidad y Matanza" (2007) y "Locuela" (2009), Carlos Labbé (1977) mantiene semioculto un lado creativo que lo ha llevado a editar discos a ritmo bienal.

Lanzado en diciembre por Chancacazo Records, filial de la editorial del mismo nombre, "Mi nuevo órgano" es el último título de una serie iniciada en 2007, cuando por primera vez Labbé se tomó en serio aquello de la baja fidelidad, lo que los norteamericanos llaman "lo-fi" (low fidelity).

"En ese disco, canté con una guitarra de mi abuela y utilicé unos audífonos de calle como micrófono, lo que dio un resultado de música muy sucia", recuerda. El autor lo tituló "Doce canciones para Eleodora", que salió por el sello israelita especialista en música "lo-fi", Bird Song. Dos años después sacó "Monicacofonía", donde utilizó computador y teclados.

"Hay dos mujeres involucradas en esos dos discos, pero en el fondo es la misma. Y 'Mi nuevo órgano' es también una referencia a sensaciones corporales de simbiosis entre una pareja que dura en el tiempo", analiza el escritor. Este disco se aproxima al pop, a través de canciones melódicas, pero también cuenta con pasajes de música experimental, más hostil, con relatos en lugar del canto. "Cuando siento que la melodía se me va para un lado, prefiero hacer narraciones, como si fuera la lectura de un texto", señala.

Labbé tiene programada para fin de año la salida de su quinta novela, "Piezas secretas contra el mundo", por Periférica en España: "Cada vez que publico me dicen que soy el experimentador de mi generación. Me gusta que me digan eso. Me cargaría que me dijeran que soy un contador de historias o un escritor que conmueve. Y esto vale también para los discos".

Nota de Iñigo Díaz en El Mercurio, jueves 12 de enero de 2012.