30 enero 2010

Yushimito, Cravens y Canudos


Visité la Feria de Anticuarios y Libros usados que se efectúa en la Municipalidad de Providencia, un lugar muy tranquilo y arbolado, ideal para disfrutar la frescura de la tarde y perderse buscando a los autores preferidos y aquellas joyitas siempre deseadas. Esta vez logré encontrar las Obras completas de François Mauriac, por apenas 8 mil pesos; mi señora disfrutó el feliz hallazgo de Final de cuentas de Simone de Beauvoir, también por un precio ganga. En otras ocasiones victoriosas he conseguido libros de Clarice Lispector, las Obras completas de Hermann Hesse, todas las novelas de Mauricio Wacquez, Carlos Droguett, Gunther Grass... inolvidable el día en que encontré y tuve en mis manos la versión en español de Germinal de Emile Zolá, novela que había intentado leer con un viejo diccionario Español/Francés, las novelas de Asturias, Updike... en fin, puros tesoros que ocupan un lugar especial en mi atiborrado librero.

Como si no bastara con la constante pila de libros por leer que acumulo en mi velador y en el comedor de mi casa, acostumbro a revisar constantemente lo que se publica en la red, las revistas electrónicas, los blogs, y principalmente los suplementos culturales de los diarios de todo el mundo, así mantengo alguna información respecto a los sucesos literarios que involucran a los amigos. Esta vez encuentro con alegría en el diario El Comercio de Lima una pequeña nota en que Carlos Yushimito del Valle expone su gusto literario en una sección llamada "El canon de...", en que aparecen dos libros que necesariamente me arrojan a recordar episodios vivídos en estos 10 años de letras.s5 y que van formando parte del memorial de este ya largo y loco proyecto literario. Primero, a Carlos Yushimito, colaborador de letras.s5, no lo conozco aún en persona, pero siempre ha sido de gran ayuda, especialmente cuando temerariamente asumí el desafío, gracias a la invitación de Giancarlo Stagnaro, de presentar en la 26ª Feria del Libro, del año 2006, la revista electrónica peruana "El Hablador", excelente medio literario en el que escriben las grandes promesas de las Letras del Perú. Gracias a él pude establecer diálogo con los jovenes escritores y compañeros de presentación Francisco Ángeles y Francisco Izquierdo Quea, quien dejó testimonio de dicha aventura en una hermosa crónica que guardo con mucho cariño. Desde entonces, todos ellos han realizado exitosos avances en su trabajo de creación, con publicaciones y jornadas de formación en Europa y EEUU. En este recuerdo, un abrazo para todos.

Bueno, Yushimito incluye en su lista de libros claves a "La guerra del fin del mundo" de Mario Vargas Llosa, y también a "Grande Sertão: Veredas" de Guimarães Rosa. El primer libro grandote que recuerdo haber leído cuando chico se llamaba "El profeta del Sertao" de Lucien Marchal, un tremendo mamotreto que relataba la real y angustiosa historia del masacrado pueblo de Canudos, una lectura nada recomendable para un cabro de 11 años que me impresionó y marcó fuertemente. "La guerra del fin del mundo" de Vargas Llosa está basada en la misma historia y machaca respecto a las consecuencias a las que arrastra el fanatismo religioso y la explosiva mezcla de política y poder. Eran justo estos libros sobre los que conversábamos por allá por el 2001 via email con mi amiga Gwyneth Cravens, quien había escrito en The New Yorker algunos ensayos sobre literatura latinoamericana, cuando ocurre el horroroso atentado a las Torres Gemelas. Gwyneth vió todo el espeluznante episodio directamente desde su ventana en Manhattan... luego me comentaría "He visto a Canudos en toda su magnitud, desde la ventana de mi casa".

Bueno, fue Gwyneth quien me habló de Guimarães Rosa, encontraba increible que fuera tan desconocido y que se hablara tan poco de él. Me decía que cuando le preguntaban o comentaban respecto al "realismo mágico", ella sonreía y decía "lean a Guimarães... lean "Veredas"..."...En fin, ya no me asustan las sincronías en el mundo de la literatura, suceden a cada rato y uno se acostumbra, te hacen vivir la sensación que estamos todos involucrados en una dimensión difícil de entender, se cruzan los caminos en un imaginario por el que transitamos sin mucha noción de sentido ni finalidad. ...Así me tranquilizo a veces.