07 agosto 2013

Hebe Uhart presentará "Un día cualquiera" en Ñuñoa


No es ninguna novedad decir que Hebe Uhart es una de las mejores escritoras vivas de la Argentina. Lo afirmo, tal cual, Fogwill, Piglia y media decena de autoridades de las letras nacionales. Además de una cuentista de enorme prestigio, Uhart es una autora querida, lo que quedó en amplia evidencia anoche en la Feria del Libro en la presentación de su nuevo volumen de cuentos, Un día cualquiera. Media hora antes de la presentación en la sala Alfonsina Storni ya se había formado una larga cola, tanto de jóvenes como de mayores. Cuando abrieron las puertas a las siete y media de la tarde en punto, la sala se llenó de un golpe. Uhart estaba sentada junto la periodista Silvina Friera, quien le hizo una serie de preguntas.

Friera comenzó preguntándole a Uhart sobre un sistema de canje que tenía con un librero en su juventud.

"El trato era así: yo compraba dos libros y los devolvía limpios al librero –y entonces, el me daba uno. Por dos me daba uno. Yo compraba uno más, y así – otra vez, por dos me daba uno. Al fin el librero se quedaba con todos los libros, pero yo me leí toda la librería. Eran unos libros infantiles, yo tenía nueve años…”

Luego de una descripción de sus lecturas infantiles, le preguntó a Uhart: “¿Te pasó alguna vez que te sentiste como un personaje de Kierkegaard o de Dostoievski, cuando comenzaste la facultad?”

“No —respondió Uhart— yo no me sentía como un personaje, debería ser que yo actuaba como uno…” y soltó una linda risa. Continuó: “Yo no me decía a mi mismo que era un personaje de Dostoievsky, pero seguro que tenía esa cosa. Leer Dostoievsky de joven no es lo mismo de leerlo de grande, para nada. Leer Dostoievsky a los 20 años es descubrir todo un destino, un universo de sentido. Entonces, me pasaba eso. Caminaba mucho, debo decir; los pensamientos hacían moverme.”

Con respecto a la familia, Friera le preguntó a Uhart, como fue que se relacionaba con el mundo de los adultos cuando ella era una niña…

“Yo tengo poca transmisión del origen familiar por vía paternal, por la vía de los Vascos, porque eran más herméticos, más parcos. Tengo más transmisión por la vía italiana, porque los italianos son más extrovertidos y hablan más y se expresan más y no le temen al juicio de valor. Entonces, por vía materna tengo muchísima transmisión de cómo eran los abuelos…”

Sobre su llegada a la ciudad de Buenos Aires, Uhart dijo: “Una cosa es moverse en un pueblo donde uno nació, creció, donde fue a la escuela donde los tíos son maestros… Llegar a Buenos Aires y llegar al segundario al Normal 4 que tenía diez divisiones el primer año –entonces es un choque incalculable… Era una barbaridad de divisiones, un patio lleno de chicos… por más que yo siempre venía a Buenos Aires –nosotros siempre veníamos a comprar a Buenos Aires– llegar a vivir era otra cosa…”

Sobre ser escritora dijo, "un escritor es una persona común con modalidades particulares, porque todos somos distintos, que se dedica a escribir. Es como la artesanía, o un carpintero. No hay un escritor, porque hay infinitas personalidades individuales. Hay de todo: diurnos, nocturnos, cabreros, amables, de la clase baja, de la alta, y así".

Alguien en la audiencia insistió sobre este tema, preguntando si el autor se hacía o nacía. Uhart fue clara: "No se nace escritor, se nace bebé. Uno después se va formando, no es que sea un destino único, creo que a todos nos gusta hacer varias cosas, no sólo una. Hay muchas cosas para hacer siempre."

En realidad, no le hacemos ningún favor a Uhart (y a Friera) simplemente transcribiendo fragmentos de su charla. Las cosas sobre las que hablaban eran simples –recuerdos, sensaciones y explicaciones básicas sobre cómo y por qué escribe. La importancia de lo que se dijo no se puede expresar en palabras transcriptas. Lo importante era la comunión que se armó entre la autora y sus lectores. 
A veces uno viene a la Feria del Libro simplemente para estar en la presencia de un autor favorito. Cuando te ha dado mundos, se siente un deseo de hacerle un peregrinaje, si es posible, para simplemente oír su voz, escuchar como se ríe y ver como gesticula. Eso nos pasó a los que estábamos anoche con Uhart. Nos fuimos agradecidos.

Fuente: Revista "Ñ" 9 de mayo de 2013