23 abril 2010

La venganza de los chicos. Microeditoriales chilenas en La Tercera.


El diario La Tercera publica hoy viernes una interesante conversación sostenida por el periodista cultural Roberto Careaga Catenacci y cuatro representantes de las microeditoriales chilenas: Mónica Ríos de Sangría Editora, Roberto Contreras de Lanzallamas, Galo Ghigliotto de Cuneta y Marcelo Montesinos, de La Calabaza del Diablo.

La venganza de los chicos
Son una decena de microeditoriales que trabajan con el dinero justo y publican a Raúl Zurita, Germán Marín y Marcelo Mellado. También rescatan la obra de D'Halmar o Droguett. Tácitas, La Calabaza del Diablo y Sangría, entre otras, quieren su tajada de la industria. El lunes el Fondo del Libro cierra una línea de financiamiento dedicada a ellas.

A fines de los 90, Marcelo Montesinos se vio con una imprenta en el fondo de su casa. Podía continuar con el negocio familiar y seguir imprimiendo a pedido. Prefirió algo más: crear La Calabaza del Diablo, una editorial que se arriesgaba y buscaba nuevos talentos. Lom, el zar de la edición independiente local, era un transatlántico al lado de la precaria realidad de La Calabaza del Diablo. Montesinos se sentía solo en su lucha. Hoy le sobran los aliados: más de una decena de microeditoriales piden su tajada en la escena literaria chilena.

Das Kapital, Sangría, Cuneta, Ediciones Tácitas, Hueders, Vox, Lanzallamas, Fuga, Ediciones del Temple, Quilombo Ediciones y un contundente etcétera, dan forma a un incipiente movimiento de autogestión editorial. La historia siempre es la misma: dos o tres personas juntan esfuerzos y se ponen a publicar libros. Nunca tienen oficina. Tampoco dinero: por ahora, esta historia es sin fines de lucro o con muy pocos. Pero pródiga en nombres: Raúl Zurita, Germán Marín, Augusto d'Halmar, José Angel Cuevas, Pablo de Rokha, Armando Uribe, Carlos Droguett, Marcelo Mellado y Tomás Harris, entre otros, han sido publicados por estos sellos. O lo serán.

"Las grandes editoriales, sean parte o no de conglomerados extranjeros, abandonaron al escritor chileno. No los publican. Eso abre un enorme terreno para nosotros", opina Montesinos, resumiendo el sentir de varios de los microeditores.

Tras varios intentos, el año pasado algo empezó a tomar forma: impulsados por Galo Gigliotto, de Cuneta, y Mónica Rios, de Sangría, los pequeños sellos se reunieron en dos versiones de La Furia del Libro. El Consejo del Libro fue a buscarlos y pidió reuniones. Adán Méndez, de Tácitas, fue uno de los que habló por ellos. El resultado: la creación de una línea del Fondo del Libro de "apoyo a las microeditoriales", que entrega hasta 10 millones de pesos para "perfeccionamiento, capacitación, equipamiento e implementación". El lunes se cierran las postulaciones.

Peleando lectores
Al volver la democracia, publicar literatura chilena fue asumido como un deuda a pagar por editoriales como Planeta, Alfaguara y Sudamericana. Bajo el paraguas de la Nueva Narrativa Chilena aparecieron decenas de títulos de escritores locales. Años de oro: Fuguet, Collyer o Contreras vendían 30 mil copias. Al final de la década, los grupos internacionales tomaron el control, vinieron las fusiones (Randon House Mondadori, por ejemplo, aglutinó cerca de 13 editoriales) y los sellos bajaron su cuota de autores locales.

Editoriales independientes, pero no necesariamente pequeñas, como Lom, Catalonia, Cuarto Propio y Uqbar, han armando catálogos con autores de la potencia de José Miguel Varas, Pedro Lemebel, Elizabeth Subercaseaux y Claudio Bertoni, entre otros. Ahora, las microeditoriales encuentran su espacio: "Es un asunto político: uno no puede criticar y criticar a las transnacionales si no está dispuesto a pelear hegemonía. Al menos intentarlo", dice Camilo Brodsky, de Das Kapital.

La pelea tiene matices. "Publicamos libros porque se puede", dice Ríos, de Sangría. "No nos interesa lo mismo que a las editoriales más grandes. Publicamos libros que básicamente no han sido reeditados", cuenta. Habla de reediciones de El rincón de los niños, de Cristián Huneeus, o La sombra del humo en el espejo, de Augusto d'Halmar. Lo mismo piensa Gigliotto, que siempre anda buscado qué reeditar: "Si tuviera más recursos, editaría más valores jóvenes", dice.

Sangría, que ha pagado de su bolsillo los ocho títulos de su catálogo, aún tiene la contabilidad en números rojos. A Tácitas le va mejor: después de casi 40 títulos de poesía, donde se incluyen textos de Zurita, Ernesto Cardenal y Nicanor Parra, recupera el dinero para publicar dos o tres libros al año. "Me gustaría que el negocio funcionara para sacar 10 libros al año y tener un lucro bárbaro. Lo que más me gusta es editar libros. Quiero varios best seller", dice Méndez.

La Calabaza del Diablo también. Editor de Pepe Cuevas y Marcelo Mellado, entre otros, Montensinos quiere que el sello sea un negocio rentable. Pero no quiere un best seller solo por el dinero: "Me interesa en la medida en que disputa lectores a Isabel Allende. Por la cosa política. Si tienes un best seller tu idea circula", dice. Contreras también quiere lectores, pero con Lanzallamas está dispuesto a sacrificar las ganancias. Esperan crear un discurso crítico: además de publicar a Carlos Droguett (Sobre la ausencia), entre otros, sacan una colección titulada Fanzines: ejemplares de impresión artesanal de autores como Andrés Anwandter o Mario Santiago, que cuestan $ 1.500.

No son los únicos. Tajamar Editores ha rescatado a Armando Rubio y al brasileño Rubem Fonseca; Metales Pesados, entre otros, a Márgenes e instituciones, de Nelly Richard; Quilombo Ediciones hizo lo propio con las décimas de La Negra Ester, y Hueders lanzará el nuevo libro de cuentos de Germán Marín. Todo suma: "Mientras más editoriales existan, mejor. Así se reconstruye la industria del libro. Lo que se traduce en más lectores", dice Montensinos.

Los libros que vienen
Durante este año, las microeditoriales publicarán varios títulos. Das Kapital prepara la reedición de El idioma del mundo de Pablo de Rokha, y un volumen de cuentos del joven Daniel Hidalgo. Editorial Cuneta, en tanto, lanzará Huellas de siglo de Carmen Berenguer, Adiós muchedumbres de José Angel Cuevas, Albricia de Soledad Fariña y la antología La alteración del silencio: poesía norteamericana reciente.

Sangría Editora publicará Ñache de Felipe Becerra, Segundos, la primera novela de Mónica Ríos; Verano del ganadero, la novela pornográfica perdida de Cristián Huneeus, y Nirvana de Augusto d'Halmar.

Los libros que presentará en los próximos meses Tácitas son Soneto chileno: de Pedro de Oña a Oscar Hahn, editado por Juan Cristóbal Romero, y Leseras de Catulo, traducido por Leonardo Sanhueza.

Por otro lado, en los próximos días Hueders debutará con La sociedad contra el Estado, un rescate de antropología de Pierre Clastres traducido por Ana Pizarro. En mayo lanzarán Compases al amanecer, un volumen con 20 relatos de Germán Marín, y en julio publicarán Póker, una crónica sobre el juego de cartas del poeta y crítico británico Al Alvarez. La Calabaza del Diablo tiene en camino los libros de poesía Tras las rejas de Rodrigo Olavarría y Nuevas impresiones, del argentino Mario Arteca. Mientras que en narrativa lanzará los libros de cuentos El bulto de Luis López Aliaga y Vendaval de Pablo Toro.

Títulos escogidos
Informe Tapia
Después de publicar en La provincia en Sudamericana, Marcelo Mellado llamó a La Calabaza del Diablo para sacar esta novela, acaso la más ácida de su bibliografía: un retrato de las organizaciones culturales en regiones. Ahora Mellado sacó su antología de cuentos por Metales Pesados.

Sobre la ausencia
Inéditos de Carlos Droguett. Lanzallamas lanzó el año pasado este libro, una rareza: recoge una larga entrevista inédita con Droguett, realizada por su "guardaespaldas" del MIR en los 80, y un cuento desconocido. El sello tiene una web que funciona como revista: Lanzallamas.org

El gran arte
Una de las mejores novelas del brasileño Rubem Fonseca, con Mandrake como protagonista, no estaba disponible en Chile. En su línea de publicaciones, Tajamar Editores la reeditó. También han rescatado libros de Juan Emar, Armando Rubio y nuevas novelas policiales de José Gai.

In memoriam
Uno de los libros más destacados de Raúl Zurita en los últimos años. Es parte de un proyecto mayor, que ha sido publicado periódicamente por Tácitas Ediciones. El sello también ha publicado a otros poetas locales, como Nicanor Parra, Armando Uribe y Oscar Hahn.

1 Comments:

At 25/4/10, Blogger Gonzalo León said...

Bueno, cuando el periodista aprenda a escribir el apellido de Marcelo Montecinos, coloque bien el título del nuevo libro de Rodrigo Olavarría (Alameda tras las rejas y no Tras las rejas como él puso) y no trate a José Ángel Cuevas como Pepe hablamos. Este periodista no sabe trabajar. La información de la editorial está en la página web (tal vez porque no es cieguito, porque tonto no creo que sea), qué pena, porque ahí se habría enterado qué es La Calabaza del Diablo y no las boludeces que puso. Me ofrezco para darle un taller de periodismo, pero eso sí pagado. Una editorial independiente no es un recipiente donde caen los escritores "en desgracia" que en condiciones normales hubieran publicado en Planeta o Alfaguara. Una editorial independiente sale a buscar escritores y selecciona lo que le va llegando. Pero no porque haya publicado en una editorial "grande" lo vamos a publicar. ¿Se entiende ahora?

 

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