20 diciembre 2010

Bolaño más vivo que nunca.


Ni siquiera en estos días en los que el peruano Mario Varga Llosa estrena su vida de Nobel, el áurea de Roberto Bolaño (1953–2003) deja de iluminar el sistema literario iberoamericano. Chileno, mexicano por adopción, finalmente residente en España y hasta argentino por invención, fue el encargado de las exequias del boom y de ofrecer el siguiente capítulo de la historia literaria grande de este continente. Novelas como Los detectives salvajes y la póstuma 2666 o los cuentos de El gaucho insufrible, calaron hondo en lectores y particularmente en nuevas generaciones de autores.

A siete años de su muerte, su obra publicada crece gracias a la voluntad de su viuda Carolina López. Ella es la administradora del legado del escritor y quien se ha granjeado numerosas críticas por la siempre discutida decisión de publicar la obra inédita de su marido. Este año llegó una nueva novela, Tercer Reich . En enero la editorial Anagrama publicará –primero en España y después en América latina– Los sinsabores del verdadero policía , otro de los tesoros que Bolaño dejó terminados entre sus papeles antes de morir. En un primer momento, al aparecer los nombres de Amalfitano y Arcimboldi (sin h), se creyó que formaba parte de 2666, pero una vez leída y ordenada, quedó claro que Bolaño empezó a escribir la “flamante novela” en los 80 –la cita en una carta de 1984– y que es una obra distinta, que no necesita de 2666 para ser entendida. La mitad estaba escrita a máquina y el restante, en computadora. En la novela, como es costumbre en la obra de Bolaño, se repiten temas y personajes. Hay un retrato ácido del mundo editorial español y, también, una historia de doble exilio, en la que no faltan violaciones, historias de amor, un falsificador de obras de Larry Rivers, vivencias de perdedores, desengañados de la izquierda, escritores que no acaban su obra y hasta la la irrupción del sida. Hay también fragmentos que después Bolaño incluiría en otros textos. “Es la manera de trabajar de Bolaño, su juego caleidoscópico y borgiano de utilizar los mismos elementos y personajes –iguales y distintos– para crear su universo narrativo”, señaló la viuda del autor –poco afecta a dar entrevistas– al diario La Vanguardia.

La novela (y sus entretelones) no son las únicas sorpresas. La viuda del escritor mostró también un poema del escritor dedicado a los poetas de la región. “Poesía latinoamericana. Horda de poetas de lengua castellana y portuguesa” es un perfil irónico del mundo editorial latinoamericano; el mismo que ignoró a Bolaño durante décadas y que ahora –muerto el autor– esculpe su figura como la de un ícono pop. “Tuvo tiempo de disfrutar el reconocimiento. Tuvo la tranquilidad de saber, por fin, que todo lo que escribiera se iba a publicar. Pudo también saberse muy valorado por la crítica literaria y por algunos de los escritores que había leído con atención desde hacía años, como Gimferrer, Enrique Vila-Matas o Susan Sontag. Pudo recibir premios importantes”, desdramatizó López sobre ese destino paradójico y tan comentando.

Las decisiones polémicas de López, como la de de cambiar de agente literario (de la española Carmen Balcells al británico Alex “El chacal” Wyllie), por ejemplo, le terminaron de abrir a Bolaño las puertas del inmenso mercado norteamericano como a ningún escritor latinoamericano en décadas. De las críticas se refugió en el silencio. “Responde al respeto hacia Roberto, a mis hijos, y hacia mí. Ha sido muy complicado para nosotros situarnos ante Roberto, como un personaje público. Cualquier persona puede reinterpretar su vida, algunos correos electrónicos se convierten en la base de una gran amistad, una relación profesional en una amistad íntima”, se lamentó. También, recordó las instrucciones del autor antes de morir: desde los cincos diskettes de 2666 para que se publicara en entregas hasta los detalles de su entierro. Lo planteaba todo con una naturalidad absoluta, se reía de todo”, dijo.

López relató que, al morir Bolaño, aparecieron cajas con una enorme cantidad de manuscritos, notas, proyectos –sobre todo de poesía– y documentos mecanoscritos que están sometidos a un proceso de clasificación y lectura. “Estamos en fase de estudio”, se entusiasmó. La viuda aprovechó la ocasión para negar algunas leyendas en torno al escritor y sus desos póstumos. “Que se afirme que nombró albacea a Ignacio Echevarría (crítico español) es un malentendido. Roberto tenía muy claro que en caso de que las cosa fueran muy mal, iba a ser yo y después sus hijos los responsables de su obra”, recordó.

Para saber qué nuevas obras duermen en el archivo de Bolaño, habrá que esperar, pero cabe ser optimistas. “Todo es publicable, pero siempre aplicando criterios. El principal: respetar escrupulosamente el texto dejado, contextualizarlo e incorporarlo al conjunto de su obra sin que la desmerezca”.

En Revista "Ñ".

13 diciembre 2010

Carmen Berenguer por Julio Ortega


POR CARMEN BERENGUER

La poesia de Carmen Berenguer (Chile, 1946) no necesita defensores. Absorbe golpes, y los devuelve suyos. Habiéndola leido desde sus comienzos, desde su inolvidable cuerpo inmolado, Bobby Sands, puesto de pie por sus palabras, sabe uno que en su poesia las voces más inmediatas son las que nos ganan mayor espacio. Apenas nos llegaba la buena nueva de su premio Pablo Neruda y ya algún diario anticuario le quiere negar el magro pan chileno. Me temo que ser artista en Chile es una forma del desasosiego. Porque si a Carmen Berenguer le dudan la gracia de un premio, que es lo más gratuito que puede ocurrirle a un poeta, y quizá aún más a una escritora, es porque la gracia de leer se ha extraviado en la bolsa inflacionaria de la burbuja literata. El artista chileno es el hijo pródigo en una familia sin prodigio. No habrá mejor literatura chilena mientras no haya mejores lectores. El resto es provincianismo.

En el blog de Julio Ortega

05 diciembre 2010

Veronica Quense en Buenos Aires



Pego la entrevista que Leonardo Tarifeño hace en el diario la Nación de Argentina a la documentalista y poeta chilena residente en San José de Maipo Verónica Quense. Ella estará presentando durante este mes de diciembre, una muestra retrospectiva de su obra en Casa Nacional del Bicentenario en Buenos Aires. Destacan las exhibiciones de los documentales Pedro Lemebel Corazón en Fuga (2008), Santas Putas (2010), A nombre de Jaime (2009) y los cortometrajes El sueño (2000), El puerto (2004) y El vuelo de Juana (1996).

1. Sus temas son las políticas de género, los feminicidios y la discriminación. ¿Diría que su cine es de "denuncia"?
- Sí, claro. En la cuestión de género, nos encontramos en una situación de desequilibrio con respecto al poder. Y la mirada -política- de mi obra se construye desde ese desequilibrio. Mis películas hablan de una desigualdad que se padece.

2. La impunidad que cuenta Santas putas (sobre catorce feminicidios ocurridos en el norte de Chile) indigna y conmueve. ¿Ése era su objetivo?- En una proyección en Viña del Mar, dos mujeres en la sala gritaron cuando terminó la película. Era un grito de furia y dolor. Creo más en esa actitud que en la de hacerse la víctima.

3. ¿El documental aspira a cambiar la realidad?- Me encantaría que fuera así, pero dudo de que el cine pueda cambiar algo. No soy muy optimista en ese sentido. Me limito a cumplir con mi responsabilidad de tocar ciertos temas. En Chile es fundamental hablar de derechos humanos porque no todo el mundo conoce sus derechos.

4. ¿Qué otros cineastas la inspiran?
- Yo vivo en el campo, no tengo televisión y viajo poco porque tengo un problema en la columna. Filmo lo que veo a mi alrededor, no estoy muy informada. De lo que tengo el gusto de conocer, valoro mucho el trabajo de Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda y Elena Varela, todos grandísimos realizadores chilenos.

5. ¿En qué proyecto trabaja actualmente?
- Acabo de terminar el rodaje de un documental sobre el asesinato de una amiga mía en mi pueblo. En Chile, el 70% de los asesinatos son feminicidios. Sin que yo me diera cuenta, mi cine se ocupa de temas como éste. Diría que ha tomado un camino de insurreción ante lo que está pasando.